Nº1. Pienso, luego escribo

En la actualidad los correos electrónicos son un recurrente medio probatorio en el ámbito de los juicios civiles.

A través de las comunicaciones escritas vía mail, las personas convienen contratos, aclaran sus términos, modifican otros y en general, van dando forma y vida a sus relaciones contractuales.

Sin embargo, muchas personas no lo perciben así y se quedan con la idea de que es una mera comunicación, “sin efectos jurídicos”.

Esto es un error.

Nuestra voluntad, esa capaz de generar efectos jurídicos, no solo se plasma al firmar un documento privado o escritura pública ante notario, sino también en las comunicaciones cotidianas, frente a nuestro computador, un día cualquiera.

De esta manera, el consejo es detenerse y pensar antes de escribir un correo electrónico, entendiendo que ese documento tan simple, una vez que lo envío manifiesta mi voluntad en el sentido que lo haya escrito, y por tanto debe ser claro, preciso y representar mi real decisión en el asunto de que se trate.

No vaya a ser que algún día pueda convertirse en un medio de prueba…